En el cierre del año, Mónaco logró su primer festejo. El tandilense quiere volver a la Davis.
El infortunio de Juan Mónaco esta temporada se produjo en Viña del Mar cuando sufrió la fractura de un tobillo. Esto le impidió poder defender el título conseguido en la Copa Telmex el año pasado, lo que decantó en una baja de su rendimiento en el 2008. Pero Pico tuvo su doble revancha en el Buenos Aires Lawn Tennis: festejó ante su público el título en la Copa Argentina y se quedó con el descapotable que se le había negado en la última edición, cuando cayó con David Nalbandian. Mónaco se impuso por 7-6 (7-5) y 7-6 (7-3) ante Gastón Gaudio, sin mostrar quizá su juego más preciso, pero consiguiendo una regularidad que le permitió superar ajustadamente al Gato.
Afectado por lesiones y enfermedades (a mitad de año padeció neumonía, que lo llevó a perder 10 kilos), Mónaco terminó de buena forma esta temporada, retomando un aceptable nivel y exhibiendo su personalidad aguerrida dentro de la cancha. Así, ese jugador que estuvo muy cerca de llegar al top ten hasta que comenzaron las desgracias, parece con condiciones para intentar luchar por un lugar entre los mejores 20 el año próximo.Y la final también tuvo su show. Con Gastón Gaudio disfrutando y divirtiéndose en la cancha, quedaron sueltas varias perlitas en el Lawn Tennis.
En el primer punto con su saque, cometió una falta de pie; a la cuarta vez que le cantaron lo mismo, el Gato estalló: "Dejame de joder con los foot fall". Y otros dichos como "no, burro, burroooo", para reprocharse a sí mismo; o "qué derechita, qué derechita", para elogiar un tiro de Pico. Lo importante para Gaudio fue haber dejado a un lado el pesimismo que lo caracterizaba en sus últimos tiempos en el circuito y las notorias ganas de querer retornar su nivel de juego.
¿El talento? Intacto. El revés paralelo fascinó una y otra vez y sus toques de fantasía, con el posterior festejo con su lengua afuera, siguen vigentes.Espectáculo de tenis en el Buenos Aires y ovación para dos jugadores que retoman la buena senda.

La Copa Argentina vale como torneo en sí mismo, como cierre de año, como reencuentro del tenista argentino y su público en una cancha rápida en el Buenos Aires Lawn Tennis, y también como apéndice de la Copa Davis. En los cuatro días del torneo exhibición que comienza mañana por la noche, la Ensaladera estará presente, tanto por lo que acaba de ocurrir (la final perdida con España en Mar del Plata), como por lo que viene: la elección del capitán que sucederá a Alberto Mancini. David Nalbandian, Agustín Calleri, José Acasuso y Feliciano López, actores principales en el fin de semana marplatense, estarán sobre el cemento verde con fondo azul instalado en el Lawn Tennis. 


Ni la lluvia pudo apagar el incendio que sentía Juan Mónaco luego de quedarse afuera en la primera ronda del Grand Slam más esperado por todos los argentinos. Estaba dolido por la derrota (6-2, 6-3 y 6-1) frente al sueco Robin Soderling, cuya sonrisa socarrona ya empieza a caer decididamente mal a los ojos argentinos.A Pico, por lo menos, le cayó muy, pero muy mal. Tanto que, harto por la propia impotencia, cuando estuvo a dos puntos del final le tiró un pelotazo al cuerpo que Soderling esquivó por poquito, y que seguramente le habría dejado una marca roja en su blanquísima piel escandinava. El saludo final de los dos, red de por medio, fue uno de esos códigos que los tenistas rara vez quiebran. Apenas una cortesía que en el caso de Juan ni llegó a ser eso: tendió de mala gana la mano, casi sin mirarlo, y sólo giró la cabeza hacia él como si le hubiera dicho algo a la pasada. El sueco, que le había sonreído a la distancia un rato antes, en el match point, esta vez no reaccionó. Y Pico no confirmó luego, en la conferencia, que le hubiera dicho nada en la cancha, pero... "Es una persona nula, no le hablo, no tenemos relación. Y no lo digo yo, lo dice mucha gente del circuito", confesó el tandilense su amor incondicional.Sin embargo, las razones de la eliminación de Pico no hay que buscarlas en actitudes de Soderling, que en Buenos Aires, durante la Davis, se bancó como un señorito sueco a la gente que le gritó de todo y mantuvo con vida a su equipo hasta el último día. En todo caso, el tipo está pasando un momento extraordinario, como lo admitió el propio Mónaco: "Está en un momento increíble, muy sólido". Soderling lo paseó de lado a lado de la cancha, jugó palazos profundos, vivió atacando, sacó muy bien... Pico nunca le encontró la vuelta, ni antes ni después de la suspensión. Jamás estuvo cerca de tomar el control del partido, que el sueco manejó con la efectividad de sus primeros saques (ganó 33 de los 41 puntos que jugó en esa condición; metió nueve aces).Soderling se plantó dominante en la cancha y obligó a Mónaco a jugar tres metros atrás de la línea de saque. Pico probó de todo: desde la muy pincha decisión de cambiarse el color de la ropa (arrancó casi todo de negro con vincha blanca, terminó casi entero de blanco con vincha negra) durante la suspensión hasta volar como Superman en la red. Nada pudo con Robin, a quien el parate no lo perjudicó: "Es más, creo que después de la lluvia, él jugó mejor y anuló todo lo que yo había preparado. Hice todo lo que pude", se descargó Mónaco. En la cancha, sus descargas habían sido apenas un lanzamiento de raqueta y un grito destemplado en pleno primer set ("¡¡¡Flojaaaaaa!!!", en una pelota a la que le dio ritmo innecesariamente) que le valió un warning del umpire. El partido había empezado mal y terminó con una derrota durísima, la más dura que sufrió en un Grand Slam. El año pasado, acá y contra Cañas, también había ganado sólo seis games, pero en octavos. Antes de irse, pareció calmarse un poco: "Esto no va a afectar todo lo bueno que hice en los últimos 15 meses". Que fue mucho, Pico.



Si Juan Mónaco quería probar que su tobillo está apto para las exigencias del tenista moderno, eligió el tester apropiado: anoche, debió soportarle el ritmo a David Nalbandian, en la última práctica previa al comienzo de la Copa Telmex.


