miércoles, febrero 06, 2013

Mónaco palpita el dobles: "Le tenemos fe, todos sabemos lo que es el Rey"


No era un examen más para Juan Mónaco. Sin la presencia de Juan Martín del Potro, Pico llegó como la raqueta mejor ranqueada de la serie frente a Alemania. Por ello, la lupa lo apuntó. Todos esperaban que el jugador que el año pasado alcanzó el top 10 guiara al equipo, brillara en la superficie anaranjada de Parque Roca, aportara su punto. Pero claro, la presentación no resultaba sencilla en la antesala. ¿Por qué? Porque Florian Mayer, el tenista poco convencional, impredecible y número 28 del mundo, acarreaba un historial sumamente positivo frente al tandilense: 5-1, y con cuatro de esos partidos disputados sobre la misma superficie del estadio Mary Terán de Weiss. Porque el argentino llegaba a la semana de Copa Davis sin el ritmo competitivo anhelado tras su pronta eliminación en la primera rueda del Abierto de Australia. Porque había sufrido dolores en la muñeca derecha. Y porque, quizás a partir de la tensión y de los nervios generados por una serie que se presentó con obstáculos, en la semana había tenido algunas líneas de fiebre. Pero Mónaco crispó el puño, logró abstraerse de las especulaciones y respondió. No lo hizo con brillantez, pero qué importa si, en definitiva, el punto vale lo mismo que el de un partido lujoso. Pico empezó sufriendo, errático, pero le puso un moño a la sofocante tarde triunfando por 6-7 (4), 6-3, 6-3 y 6-4. 
"Me siento muy feliz, porque se hizo un esfuerzo importante en la semana, con condiciones climáticas difíciles para entrenarnos. Ganar y estar 2-0 es un premio. Y lo vivo de una manera especial; en realidad así vivo la Davis, es una semana distinta a la del circuito. Salir a jugar sabiendo que Charly (Berlocq) había ganado no me relajó, pero sí me dio la tranquilidad de saber que si perdía seguíamos teniendo chances. Todo salió redondo", dijo Mónaco, que pudo ganarle a Mayer después de casi ocho años (Casablanca 2005). 
Mónaco vive sus victorias en la Copa Davis como exámenes de carácter aprobados. En muchas series, como singlista 2 del equipo, bajo las figuras de Del Potro o David Nalbandian, le tocó bailar con la más fea y padeció cachetazos como frente a Tomas Berdych (semifinal del año pasado) o Rafael Nadal (final vs. España en 2011). Pero esta vez fue el líder del grupo, se esperaba que impulsara al equipo. Y, tras el desahogo de Berlocq, lo logró. Todos... satisfechos. 

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