Tras dos Roland Garros al hilo eliminado en primera ronda, Pico Mónaco tardó tres horas y 19 minutos en derrotar al local Guillaume Rufin por 6-2, 2-6, 6-2 y 7-6. Uff. Ahora irá ante el checo Lukas Rosol.
No importaba que a Guillaume Rufin, crédito local, lo hubiesen metido en primera ronda gracias a un wild card. Lo mismo hubiese dado. Juan Mónaco venía de dos temporadas consecutivas en Roland Garros de hacer debut y despedida. Todo un trauma para el 15° del ranking ATP que llegó en 2007 a cuartos de final del Grand Slam parisino en polvo de ladrillo.
En 2010, el cachetazo se lo había pegado el ignoto esloveno Grega Zemlja. En 2011, el verdugo fue, al menos, un poco más conocido: el español Fernando Verdasco. Y el último pudo haber sido un francés de 22 años recién cumplidos y 151° del mundo. Sin embargo, después de tres horas y 19 minutos de intenso juego en el court 1, consiguió despacharlo con un 6-2, 2-6, 6-2 y 6-2 que pintaba incluso mucho más fácil.
El primer set era un abuso: 5-0 con tres quiebres. En el segundo, Pico cayó en desgracia y esta vez perdió su servicio en dos ocasiones. En el tercero marcó territorio con otro 6-2 y en el cuarto debió llevar las cosas hasta el tie break. Por eso, el festejo que no dejó ocultar.
El checo Lukas Rosol, ante quien no registra antecedentes, será su rival en segundo ronda. Tal vez, sin el karma del debut encima a cuestas, pare de sufrir…
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