jueves, febrero 11, 2016

Pico Mónaco: "Me voy a dormir sin dolores y siento una felicidad terrible"

 Atrás quedaron seis meses de incertidumbre. Para Juan Mónaco , el sufrimiento por la lesión crónica en la muñeca derecha ya es sólo un mal recuerdo. "Tenía demasiado temor sobre cómo iba a evolucionar; hubo muchos que se operaron y no pudieron volver a jugar, y todo eso me daba vueltas en la cabeza. Cómo iba a salir, cómo iba a quedar la mano, y sobre todo, cómo iba a quedar la cabeza. [Guillermo] Pérez Roldán se operó la mano y nunca más pudo jugar. Es de Tandil, soy amigo de él y yo sabía que era una lesión complicada. Pasé un tiempo de incertidumbre bastante grande, pero hice cosas que me hicieron crecer como ser humano, que me hicieron salir de la burbuja que es el tenis", cuenta Pico en el comienzo de una charla con la nacion en el jardín de jugadores del Buenos Aires Lawn Tennis Club. El tandilense, que en marzo cumplirá 32 años, regresó a la actividad en el Argentina Open con un triunfo en sets corridos sobre el italiano Marco Cecchinatto, pero hoy, desde las 21, afrontará un examen durísimo frente a su amigo Rafael Nadal, en una revancha de la final del año pasado.
-¿Esto es como empezar tu carrera de nuevo?
-Sí, ciento por ciento válido. Estoy más tranquilo, me tomo las cosas de otra manera. Estar afuera me hizo ver que el tenis no es todo en la vida, y que tengo una familia hermosa, millones de amigos y varios proyectos personales que descubrí y que me hacen ver de otra manera las cosas. Empecé a hacer yoga, que necesitaba para mi cuerpo, y también un poco de meditación. Tengo más cuidado en la nutrición, más conocimiento de todo, y puse la cabeza en cero. Estar mucho tiempo afuera hizo que mi cabeza se limpiara.
-Es algo muy diferente a lo de hace un año, en Australia, cuando se te veía muy angustiado...
-Sí, aunque aquello fue un poco exagerado. Venía de hacer ocho semanas de pretemporada, y al no terminar bien físicamente un partido después de tanto sacrificio, estaba muy desilusionado. Pero a las pocas semanas el esfuerzo pagó; jugué bien en Río de Janeiro, llegué a la final acá. El tenis tiene eso, es muy vertiginoso. Por eso creo que el tiempo sin jugar sirvió para ver de manera diferente las cosas.
-¿Cuánto tiempo demoraste en tomar la decisión de operarte?
-El problema siempre fue en la misma zona. En los últimos tres años y medio venía infiltrándome en cada gira, y en partidos de Copa Davis. Después de la operación no volví a sentir nada. Me voy a dormir sin dolores y te juro que siento una felicidad terrible. Estaba pasándola muy mal; convivir con el dolor todo el día no es fácil cuando se trata del trabajo, pero llegó un momento en el que me acostumbraba a vivir con molestias. Mirá: cuando uno está en la vorágine del circuito, no quiere parar, sea porque está el calendario, o porque se siente bien. Yo sabía que tenía que operarme, y que tenía que parar seis o siete meses; con las infiltraciones venía emparchando mi carrera. Es muy difícil que un tenista de primer nivel salga de un partido sin que le duela algo; es un deporte exigente. Entre gimnasio y entrenamientos, son cinco horas por día en que uno le pega una paliza terrible al cuerpo. No es normal, y yo vengo haciéndolo desde hace 15 años. Agradezco que solamente tuve problemas con esta muñeca. Encima yo no tengo un juego de partidos cortos; los míos son de medianos a largos, entonces mi aptitud física tiene que ser la mejor.
-Da la impresión de que este cambio podrá alargar tu carrera.
-Puede ser. El parate me hizo disfrutar otras cosas, e hice cosas que guardaba para cuando me retirara. Me gustaron, pero aún sigue gustándome ser un tenista. El cuerpo me lo pedía a los tres meses de la operación; ya sentía las ganas de ir al gimnasio, de pelotear... me lo pidió mi cuerpo, más que una presión externa.
-Ya sin dolores, ¿cuál es el objetivo?
-Lo primero es insertarme de nuevo en la rutina de viajar, jugar, recuperarme, entrenarme al otro día. Desde hace mucho no armo el bolso y viajo, y necesito experimentar de nuevo eso; tengo que volver al mundo del tenis. Es un camino a largo plazo.
-En ese contexto, ¿la Copa Davis está lejos?
-No, no. Siempre soñé con estar, y cuando jugué traté de dar lo mejor para el equipo. Esta serie [contra Polonia, en marzo] llega muy temprano, pero no me descarto. Hablo continuamente con [el capitán, Daniel] Orsanic, pero tengo que sentir que puedo aportar algo al equipo, y a esta altura tengo experiencia como para saber si estoy en condiciones o no. Pero insisto, no me veo descartado.
-Contra Nadal vas a tener un examen como para ver dónde estás parado.
-Sí, es una prueba de fuego grande jugar contra el más grande de la historia en polvo de ladrillo. Pero me preparé de la mejor manera para este torneo, sabiendo que había jugadores de altísimo nivel y que esta posibilidad estaba en los papeles. Voy a dar lo mejor, pero soy consciente de que estoy falto de ritmo, de que va a ser mi segundo partido después de siete meses, pero jugaré sin presión. De ahora en adelante, todo lo que venga para mí es ganancia.

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